Paolo Giordano – Como de la Familia

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Me terminé lo último de Paolo Giordano, la tercera novela del autor de La Soledad de los Números Primos y puedo decir que el cabrito este se pegó un salto tremendo, no me mal entiendan el libraco antes mencionado  me voló la cabeza(puede confirmarlo aquí) , no tanto así su segunda novela que no quise reseñar porque no me calentó tanto aunque es bastante buena. Ahora, con esta cuestión si que se las mando.

Tenemos una pareja joven con un hijo pequeño y la maravillosa Señora A., su nana que fallece de cáncer, sin seguir una línea temporal muy clara Giordano toma escenas aleatoreas de cuando la Señora A. estaba viva y sana, enferma y también cuando ya no está entre ellos poniendo una lupa en los detalles de una vida cotidiana tan normal como frágil para darnos a entender como esta pareja puede ver derrumbarse muchas de sus creencias e incluso tener que aceptar que no eran el tipo de pareja que pensaban que eran.

La señora A. es un pilar fundamental ahí donde ellos pensaban que eran una pareja moderna, ahí donde ellos pensaban que se acompañaban, ahí donde ellos se veían padre, madre, marido y mujer. La señora A. esta en todos los ámbitos de su vida llenando muchos de los huecos que va dejando la rutina, el desapego y el matrimonio.

El primer día de guardería de Emanuele , estábamos presentes Nora y yo, y estaba presente la Señora A. El primer día de primaria, en cambio, sólo admitían a dos adultos por niño, de modo que me toco a mi quedarme fuera. Cuando alguien se equivocaba y llamaba «abuela» a su Babette, Emanuele no lo corregía. La señora A. creía tener en sus manos ni mas ni menos que el delicado corazón de su niño, y estaba en lo cierto.

El narrador es el esposo y tiene siempre un tono como sorprendido, como si el sentido de cada cosa que dice lo acabara de descubrir, y juntos fuéramos redescubriendo quién era esta Señora A. que va a pelear al colegio por su hijo cuando exponen unos dibujos que dejan en evidencia el poco talento del niño, o que acompaño a su esposa en un embarazo invalidante, que le gustaba atenderlo a él porque era el hombre de la casa, que les dejaba a mano las cosas que sabía habían perdido y buscarían mas tarde, que trata de enseñarle a rezar al hijo de esta pareja atea que no quiere inculcarle religión alguna al niño. Para mostrarnos todo esto Giordano se fija en lo mas mínimo, se mete en la cama de esta pareja y devanea con el sexo en el matrimonio, los sacrificios profesionales, el resentimiento provocado por cada sacrificio nos muestra todo de forma descarnada y sincera, sin parecer nunca en extremo angustiado ya que siempre hay un amor profundo entre todos los personajes.

Los capítulos mas amargos son los de la avanzada sin tregua del cáncer sobre la señora A. porque así como no tiene ni un morbo para desmantelar a esta familia y mostrarla tampoco lo tiene para hablarnos de la falsa esperanza, de las pelucas ni de todo lo que se lleva una persona de nosotros mismos cuando desaparece de nuestras vidas.

Es más fácil tomarla con el uranio enriquecido de los franceses y con las radiaciones electromagnéticas que con un destino igualmente invisible, con el vacío, con el flagelo despiadado de dios

En las conversaciones telefónicas la frase que aparece con mas frecuencia es <no consigo entenderlo>:Me gustaría replicar que hay muy poco que entender, que las cosas son así y punto, que su tumor encaja en una estadística, quizás en la cola olvidada de una gaussiana, pero siempre dentro del orden natural, y sin embargo me guardo el realismo para mi, únicamente me permito sacarlo a relucir con Nora, que se pregunta por qué con el mismo aire embelesado

Esta inmensa señora A., uno de los mejores personajes que he leído en mucho tiempo, pareciera ir creciendo de apoco, en cada página y no tiene nombre hasta el final, en que Emanuele, el hijo, la nombra y el autor parece haberse dado por satisfecho con haberla encerrado completa en estas páginas.

 

 

 

 

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